Si las stablecoins no se controlan, podrían convertirse en un riesgo similar al que supuso el periodo de “banca libre” del siglo XIX en los EEUU, según afirman dos importantes expertos en finanzas de Yale; Gary Gorton y Jeffrey Zhang, abogado de la Reserva Federal de EEUU.
Según sus afirmaciones un sistema financiero basado en dinero digital de producción privada vinculado uno a uno con activos “seguros” solo está creando un riesgo sistémico.
Ambos expertos publicaron sus puntos de vista en el artículo académico titulado: “Taming Wildcat Stablecoins” e hicieron comparaciones con el dinero bancario “salvaje” emitido de forma privada en su día.
Mencionaron el momento en que, en los EEUU, los bancos privados podían emitir sus propios billetes como resultado de tratar de mantenerse al día con el aumento de la demanda de la gente, lo que dificultaba las transacciones por culpa de la fluctuación de los precios.
Además, los billetes de banco privado tampoco estaban asegurados. Esto convirtió a los bancos en una amenaza real para el sistema financiero.
Los dos creen que el dinero que se produce de forma privada no puede convertirse en un medio real de intercambio, ya que no siempre se acepta al pie de la letra y está sujeto a fugas bancarias.
En este sentido, ambos señalan que si los legisladores esperan una década, los emisores de stablecoins se convertirán en los fondos del mercado monetario del siglo XXI, demasiado grandes para quebrar, y el gobierno tendrá que intervenir con un paquete de rescate siempre que haya un pánico financiero.
Además, preservar la soberanía monetaria del gobierno es muy importante para establecer la política monetaria del país. Los formuladores de políticas deben aprender de la historia y no volver a cometer los mismos errores.
Para evitarlos, recomiendan regular a los emisores de stablecoins como bancos y emitir una CBDC para disfrutar de una moneda uniforme.
George Selgin, directos del Centro de Alternativas Monetarias y Financieras del Instituto Cato, no está de acuerdo con ellos. Selgin afirma que las demandas de soberanía del estado son más importantes que las del pueblo, lo que lleva a la creación de un monopolio financiero por parte de los bancos y sus administradores.
Incluso la decisión de establecer una moneda estadounidense uniforme durante la Guerra Civil no tuvo nada que ver con las necesidades del consumidor; si lo hubiera hecho, no habría sido necesario un impuesto punitivo del 10% para obligar a los bancos estatales a dejar de emitir sus propios dólares.